El segundo de los monumentos más importantes de Belém, es el Monumento a los Descubridores. A modo de mascarón de una carabela, este "pedrao" tiene menos de 50 años, pero loa a aquellos que, durante la mencionada "era de los descubrimientos", hicieron de Portugal una nación grande, rica y poderosa. Se pueden ver al rey Enrique I el Navegante en la punta de la nao, al poeta Luís de Camões con un ejemplar de su "Os Lusíadas" desplegado, al pintor Nuno Gonçalves con una paleta, así como famosos navegantes, cartógrafos y reyes.
El último de los grandes lugares de interés histórico-turístico de la zona es el Monasterio de los Jerónimos. Tras el regreso de de su viaje a tierras orientales (pasando el temido Cabo de Buena Esperanza), Manuel I encargó la construcción de este luminoso edificio. Y digo luminoso tanto por la luz que desprende la blanca piedra con la que se construyó, como por la luz que entra a través de sus vidrieras, luz que nos ilumina en su interior las tumbas de tres grandes personajes de la historia portuguesa, el citado Vasco de Gama, Luís de Camões, y Fernando Pessoa, además de reyes y princesas de siglos pasados.
También el interior del Monasterio es digno de mención. Lugar que conserva la tranquilidad y paz para las que fue concebido.
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