24 noviembre, 2007

Σουβλάκι, μουσακάς y τζατζίκι. Un vistazo rápido a la cocina griega.

Tras la visita ineludible al partenón (ya comentaré), el sólito diluvio que acompaña a Yolanda en sus viajes, 10 o 12 kilometros de paseo y un reposo en el hotel para secarse, quedamos con Nancy (diminutivo de Anastasia) para que nos mostrara un buen sitio donde comer algo típico.

La verdad es que ese era el propósito oculto del viaje: probar la cocina griega, como en otros viajes (ver entrada sobre el tapeo granadino). Nos llevó a provar el clásico Souvlaki en una Taverna llamada Kostas (calle Adrianou), segun ellos, uno de los mejores Souvlakis de la ciudad. Según wikipedia, souvlaki son: "pequeñas piezas de carne asadas sobre un pincho. Se sirve por regla general con el pincho para que pueda ser comido a mano sin necesidad de otro cubierto, a veces con un pan de pita (en forma de sandwich)...". Nosotros nos lo comimos acompañado de una ensalada con queso Feta (autentica ambrosía) y unas patatas fritas; por lo visto es como se come, porque dando un vistazo a las mesas de alrededor, todo el mundo tenía el mismo menú delante. Visto así a primera vista, parece el clásico kebab que se compra uno en las ramblas tras el quinto cubata, pero no, no llena tanto y la carne esta mas sabrosa, o eso me pareció, aunque con el hambre que traía...

Nos lo sirvieron con pan de pita: enrollado, con algo de tomate, cebolla y una salsa cuyo nombre he olvidado y la carne, de cerdo y al grill. Muy bueno, muy rápido y muy barato! (ensalada, patatas fritas, vino y 3 Souvlakis en el centro de Atenas: 18.90€ que encima no nos dejaron pagar los anfitriones griegos). Pídete un par de cervezas y una tapita de bravas en las Ramblas y a ver como se te queda el cuerpo con la factura. Desde ese momento, mi fast food preferido.
Respecto a lo de que no nos dejaron pagar, hace honor a lo que vimos durante todo el fin de semana: los griegos son cojonudos. Pocos paises he visitado yo con una población tan amigable, atenta y agradable. Sin contar Pamplona en San Fermín o Dublin en San Patricio, claro, pero eso ya tiene factores del microentorno que lo hacen especial.
Otro de los platos típicos que probamos fue la clásica Moussaka: "capas de cordero machacado, berenjena en rebanadas, y tomate, cubierto de una salsa blanca y horneado". Digamos que es una lassagna con berenjena, muy buena por cierto. Finalmente redondeamos con el Tzaziki: "el principal ingrediente es el yogur que contiene una gran dosis de pepino muy rallado y gran cantidad (depende del gusto del cocinero) de ajo o de cebolla. Todo se suele mezclar en un bol y se suele servir frío o con la temperatura idónea del yogurt; traducido al catalán: "allioli de yogurt amb `pepinu´", eso sí, luego vas oliendo a pepino durante el resto del día. Los postres, demasiado dulces para mi gusto, pero curiosos. Mucha miel y mucho fruto seco.

El ultimo apunte gastronómico va para los Kolourakia: roscas de "galleta" con chocolate, sesamo o algun otro cereal. El centro está lleno de puestos de koulourakia y el precio es casi de risa: 30/50 centimos cada uno. (foto pendiente)

En resumen, mi peso antes de ir a grecia: 84kg. peso tras el regreso: 86kg. En dos dias y evacuando sin problemas. No quiero imaginar si me pasase un mes entero.


22 noviembre, 2007

Atenas I, primera impresión


Tras el madrugón al que obligan ciertos low cost flights, llegamos a Atenas a las 10.30 de la mañana (hora local), bastante pronto para aprovechar el día. El aeropuerto: bien, muy bien, dicen que es de los 5 mejores de toda Europa... y es que unos Juegos Olímpicos dan para mucho. Tras media hora en bus para un recorrido de 40km (muy correcto), 5 minutos en metro (que mas que tal, parece un museo subterráneo, pulcro y puntual) y 5 minutos a pié, llegamos al hotel. El hotel Aristóteles, de dos estrellas, pero que en nuestro país tendría la categoría de pensión. Todo bajo mano, en negro, vamos, que le pedí factura al tipo de recepción y me puso cara de: venga tío, con este precio no vamos a andar con facturas! Para que discutir, la verdad, es que el hotel no era de dos estrellas, pero el precio tampoco.
Tras descargar maletas salimos a dar una vuelta hasta la Acrópolis, el auténtico centro turístico del país. En el camino me pude dar cuenta como hay montones de inmigrantes, albanos en su mayoría, y se quedan en las esquinas charlando o en los cafés tomando un ídem durante largas horas (mas de uno seguía allí tras nuestro paseo de 6 horas, comprobado). Con la idea de los griegos que me traía de aquí, los empecé confundiendo, luego todo fue aclarado por la cicerone que nos "suministró" Jordi, y que tan bien se portó: Son inmigrantes, albanos, en su mayoría, algún armenio, algún rumano, pero no dan excesivos problemas y pese a que para el foráneo, la sensación de inseguridad aumenta un tanto, no hay nada que temer.

Otro shock importante fue el paseo por el mercado de la carne y el pescado. Nos adentramos en esa marabunta, donde la carne cuelga de insalubres palos y los dependientes te cortan el bistec con el cigarro en la boca, todo ello mientras el del puesto de enfrente da voces como si alguien le oprimiera los bajos exaltando la calidad de su carne. El que no corta carne ni grita se dedica a piropear a las mujeres que pasan por su lado. Toda una experiencia.

Hablando de mujeres, las atenienses, pese a pasarse el día comiendo como sus compatriotas macho, tienen unos cuerpos sorprendentemente potentes. Si si, se pasan el día comiendo, restaurantes y souvlakis abiertos de 12pm a 2am y siempre con gente dentro, puestos ambulantes de "roscos" sirviendo permanentemente, cafés a tope durante todo el día. I aun así no hay casi obesidad, algo que me tiene bastante intrigado.
En resumen: primera impresión: inmigración y trapicheos como en España, gente a la que le gusta el llantar como en España, buenas infraestructuras: como en..... ????

16 noviembre, 2007

Αθήνα, Athína, Atenas


Mañana a esta hora, si el tiempo lo permite porque dan lluvia para todo el fin de semana, estaré en la cuna de nuestra civilización (si, vale, la cuna es el Imperio Romano, pero de donde sacaron todo lo suyo?). Va a ser un viaje fugaz: salida 17/11/07 06.35am. regreso 19/11/07 12.20pm. Pero una buena escapada al fin y al cabo. A mi regreso me extenderé en comentarios y curiosidades. Solo decir que hace muchos años que quiero hacer este viaje, y que ni el tiempo me lo va a estropear.

11 noviembre, 2007

Typography

Interesante técnica esta de usar las fuentes digitales, no sólo para escribir algo, sinó para darle animación y ambientar lo que se expresa. Dedicado a Óscar.

Pulp Fiction

7.35 de la mañana

03 noviembre, 2007

Yo soy Marxista, concretamente grouchista.

Hurgando por la red, me he dado cuenta que tarde o temprano, en todos los blogs, acaba apareciendo una entrada dedicada a Groucho Marx o a sus frases célebres. Yo voy a copypastear parte de una entrevista que le hicieron en 1974 la gente de esa gran revista de divulgación: Playboy. Pues nada, ahí va, para no ser menos, mi post sobre groucho.

CHARLOTTE CHANDLER
Traducción: Herminia Bevia y Antonio Resines.

-No sé qué clase de entrevista pretende hacerme. ¿Quiere que sea una entrevista absurda? No me sé ningún chiste.
-Podemos empezar por cuál es la pregunta que más le hacen los entrevistadores.
-"¿Podría hablar Harpo ?".
-Quizá se la hagamos más adelante. ¿Por qué no empieza contándonos lo primero que recuerda?
-Me pide que me remonte a casi cien años atrás.
-De acuerdo. Entonces, ¿cuáles son sus primeros recuerdos de la infancia?
-Yo colgado de la trasera de una camioneta en marcha. Gummo iba conmigo y debíamos de ser bastante pequeños, porque todavía no teníamos el piano. Y recuerdo haber jugado al stickball (juego callejero parecido al béisbol), lo que era todo un desafío porque jugábamos sin pelota. No podíamos permitimos comprar una. En fin, el caso es que donde vivíamos en Nueva York estábamos rodeados de fábricas de cerveza. Cuando iba al colegio de pequeño, siempre olía a malta. También recuerdo al hielero; gritabas por la ventana para decirle cuánto hielo querías. No teníamos nevera; éramos muy pobres. Mientras él hacía la entrega, nos metíamos en su carro y le robábamos pedacitos de hielo. Desde entonces siempre se me ha dado muy bien romper el hielo.
-¿Hasta qué punto eran ustedes pobres?
-Tanto que cuando alguien llamaba a la puerta nos escondíamos todos. Pagábamos un alquiler de 27 dólares al mes y éramos 10. Los cinco hermanos, mi padre y mi madre, mi abuelo y mi abuela y una hermana adoptada. Éramos 10 y sólo teníamos un cuarto de baño.
[...]
-Cuando aún era pobre, ¿qué creía que significaba ser rico?
-Solía pensar que ser rico significaba tener un montón de dinero. Ahora creo que significa tener un montón de dinero.
[...]
-¿Y su padre?
-Era un sastre procedente de Estrasburgo, el peor de la historia. Todos sus clientes eran fácilmente reconocibles: una de las perneras del pantalón era más corta que la otra.
-¿Tuvo usted alguna novia mientras crecía en Nueva York?
-No hasta más adelante, cuando empezamos a viajar con espectáculos de variedades de tres al cuarto. E incluso entonces no pasábamos suficiente tiempo en las ciudades como para conocer a nadie.
-¿Entonces cómo conocía a chicas?
-Íbamos a las casas de putas. Teníamos mucho éxito en las casas de putas.
-¿Y eso?
-¡Les montábamos el espectáculo!
-¿Quiere decir que actuaban en los burdeles?
-Como lo oye. Les hacíamos nuestro número al completo Harpo y Chico tocaban el piano y yo cantaba. Las chicas solían ir a vemos al teatro y, si les gustábamos, nos mandaban una nota los camerinos: "Si no tenéis nada que hacer esta noche después del espectáculo, ¿por qué no os acercáis a vernos?". Siempre estábamos persiguiendo a las chicas. Llegábamos a una ciudad, había un hotel, y en el entresuelo tenían un piano. Chico se ponía a tocar y en un dos por tres había 20 señoritas alrededor.
-Circula el rumor de que usted y Harpo se presentaron una vez desnudos en una fiesta.
-Eso fue cuando estábamos con I'll say she is (Y tanto que lo es) y nos invitaron a la despedida de soltero de un amigo que iba a casarse. Total, que Harpo y yo nos metimos en el ascensor y nos quitamos toda la ropa y la guardamos en unas maletas. Íbamos en pelota picada. Pero nos bajamos en el piso equivocado, donde la novia estaba celebrando una fiesta para sus amigas. Así que corrimos en cueros de un lado para otro hasta que apareció un camarero con dos trapos de cocina. Bueno, en mi caso, una toalla de baño.
[...]Sobre su hermano Gummo
-No quería ser actor. Se metió en la industria de la confección. Recuerdo que Gummo tuvo un hijo llamado Bobby, y Bobby llegó un día a casa desde el colegio y su padre le preguntó: "¿Cómo te ha ido hoy en el colegio?". Y Bobby dijo: "Bueno, la profesora nos preguntó a todos quiénes eran nuestros padres, y yo le contesté: "Groucho Marx". Y Gummo le dijo: "¿Por qué le has dicho eso?". Y Bobby le respondió: "A ti no te conoce nadie".
[...]
-¿Conseguían hacer reír a la gente en aquellos tiempos?
-De vez en cuando. Especialmente cuando Zeppo salía a escena y decía : "Papá, ha llegado el hombre de la basura", y yo le contestaba: "Dile que no hoy no queremos". Otra vez Chico me estrechaba la mano y me decía: "Me gustaría decirle adiós a su esposa", y yo le respondía: "Y a mí también"
-¿Cómo creó el personaje de Groucho?
-En la época en que interveníamos en espectáculos de variedades de poca monta, iba probando cosas, y si daban resultado las conservaba. Si nadie se reía, las quitaba y escribía otras distintas. Al cabo de poco tiempo ya tenía un personaje
-¿Cuál fue el origen del bigote?
-El bigote surgió cuando estábamos representando un espectáculo llamado Home again (De vuelta en casa). Mi esposa estaba dando a luz por aquel entonces y solía pasar mucho tiempo en el hospital con ella. Una noche me retrasé más de la cuenta y para cuando quise llegar al teatro se me había hecho demasiado tarde para pegarme el bigote, así que me lo pinté con un poco de pintura grasa. Al público no pareció importarle, así que lo adopté.
-¿Cómo desarrolló los andares de Groucho?
-Un día estaba de broma y empecé a andar en plan vacilón. Al público le gustó, así que conservé el estilo.
[...]
-¿No era usted también amigo de Humphrey Bogart?
-Me pasaba las horas muertas en su casa. Era un anfitrión maravilloso. Se metía dos o tres pelotazos de licor y se montaba en su yate para perder de vista a Lauren Bacall. No es que ella no le gustara. Simplemente le gustaba estar rodeado de hombres.
[...]
-¿Por qué son hoy más serias (o menos graciosas) de lo que solían serlo las películas y los libros?
-Ya no quedan cómicos. Chaplin ya no trabaja; es demasiado viejo y no puede. Mae West no es demasiado vieja, pero no quiere trabajar. Buster Keaton ha muerto. W. C. Fields ha muerto. Laurel y Hardy han muerto. Y Jerry Lewis no me ha hecho reír desde que dejó a Dean Martin. Una de las razones por las que ya no hay cómicos es que no hay sitio donde pueda formarse un actor cómico.
-¿Cómo se conocieron usted y Chaplin?
-Pues verá, mis hermanos y yo estábamos actuando en Canadá, y Chaplin también. Trabajaba en un número llamado A night at the club. Era una representación muy divertida. Recuerdo que participaba una solterona enorme que solía cantar y, mientras lo hacía, Chaplin masticaba una manzana y le escupía las pepitas a la cara. El caso es que un día que estábamos en Winnipeg, mis hermanos se fueron a buscar unos billares donde matar tres horas antes de salir para la costa. Dado que yo no jugaba al billar, que no juego a las cartas ni hago apuestas, y sólo fumo ocasionalmente -justo lo suficiente para toser-, me fui a dar un paseo y pasé ante un teatro desvencijado, el Sullivan-Considine. Oí una carcajada estruendosa y pagué mis 10 centavos. Entré y allí, sobre el escenario, había un tipo pequeño andando en círculos de un modo un tanto peculiar. Era Chaplin. El mejor actor que he visto en mi vida. Todo pantomima.
-¿Tiene alguna favorita entre las películas que los Hermanos Marx hicieron para la MGM?
-Me gustaron Duck soup (Sopa de ganso) y Horse feathers (Plumas de caballo), y me gustan partes de Animal crackers (El conflicto de los Marx), pero creo que mi favorita es A night at the opera (Una noche en la ópera).
-¿Por qué?
-Porque tiene escenas estupendas, escenas muy divertidas. Como la del camarote en el que me reúno con la señora Claypool, interpretada por Margaret Dumont. Tengo una cita con ella, y cuando llega a mi habitación salen de ella 14 personas. Disfruté de todas mis escenas románticas con Margaret Dumont. Era una mujer maravillosa. Era la misma fuera del escenario que encima de él, una matrona estirada y muy digna. Y lo más gracioso de todo es que nunca comprendió los chistes.

[...]
-¿Cómo era Hollywood cuando apareció usted por aquí?
-Bueno, yo era mucho más joven.
-Eso se da por supuesto ¿Cuándo se vino a vivir aquí?
-Llegamos en 1930 desde Nueva York, firmamos inmediatamente con la Paramount e hicimos 12 películas con ellos.
-A juzgar por los periódicos de la época, se diría que los Hermanos Marx pusieron la ciudad patas arriba.
-Nos lo pasamos bien. Éramos jóvenes. Pero no creo que la ciudad haya cambiado gran cosa, excepto porque hay menos estudios por culpa de la televisión.
-¿Le interesaría actuar en alguna otra película?
-No. No a menos que fuera un gran papel, que los horarios fueran cortos y que me pusieran carteles para que no tuviera que memorizarlo todo.
-John Casavetes ha dicho que es usted el mejor actor que jamás haya vivido.
-Estaba borracho.
[...]
-¿Qué haría si se retirara por completo?
-Recibiría algún mensaje de vez en cuando y me afeitaría y daría un paseo. De todos modos, no pienso retirarme. Me gustaría morir sobre el escenario, pero no tengo planes de morirme en absoluto.
-¿Qué es lo más satisfactorio que ha hecho en su vida?
-Fui a Alemania, y mientras estaba allí, me mostraron la tumba de Hitler y bailé sobre ella. Nunca he sido un gran bailarín, pero Dios, ¡ese día estuve sublime!
-¿Qué se siente al tener 83 años?
-Sigo vivo. Eso es todo. Sé que aún sigo vivo porque me despierto por las mañanas. Si no me despertara, eso significaría que estaría muerto. Pero, ahora que hablamos de no saber si está uno vivo o muerto, recuerdo que una vez visité la oficina de The New York Times y me enseñaron mi necrológica. No era gran cosa. Me ofrecí a mejorarla, pero rechazaron mi oferta.
-¿Qué clase de cigarros fuma?
-Éste viene de La Habana. Cuesta cuatro dólares. Habano de verdad, no de los de las islas Canarias.
-Se dice que los embusteros son grandes cuentacuentos. ¿Cuál es su historia favorita?
-¿Limpia o sucia?
-Simplemente graciosa
-Pues verá, una puta pilla a un cliente. No, una mujer casada pilla a un tipo, se le lleva a su apartamento y se van a la cama. Cuando están en plena faena, el hombre dice: "Nunca me había acostado con una mujer como tú. Eres la mujer más extraordinaria en la cama que jamás haya conocido. No soy un hombre religioso, pero cuando muera, si existe el más allá, pienso volver a buscarte, no importa en qué parte del mundo estés". Y ella le dice: "Bueno, si es que vuelves, procura hacerlo por las tardes".
-Aparte de los cigarros baratos, ¿qué es lo que más le irrita?
-Esta entrevista.
Una última pregunta: ¿Qué haría si pudiera volver a vivir toda su vida?
Probar más posiciones.